domingo, 15 de septiembre de 2024

Instinto

Y ahí estaba, viendo como tu mirada de deseo atravesaba la bata de raso que elegí minuciosamente para causar justo el efecto que estaba consiguiendo. Una suculenta combinación de color rojo se escondía debajo, cubriendo mi piel de nácar. Descalza en el marcó de la puerta, sintiendo cada latido de tu corazón. Aún a  10 metros de distancia sentía tu erección quemando mi piel, tu respiración se acelera y el deseo se hace incontrolable.
Tu sigues resistiéndote sin éxito,  tengo el poder sobre tus deseos más oscuros. Deseo que me hagas todo lo que tienes oculto en tu mente. Con ansia con anhelo, cada poro te mi piel esta llamándote. 
Me acerco a ti, cojo un hielo y lo deslizo suavemente desde mis labios hasta mi pecho. Sigues inmóvil, como si supieras que al dar el paso, no hay vuelta atrás. Demasiado tiempo escondiendo nuestros sentimientos, demasiado tiempo reprimiendo el deseo de sentirnos. Al fin no hay nada que nos separe, somos uno. El fuego se funde con el hielo y nace un nuevo elemento... la pasión.

El hielo comienza a derretirse, mis pechos turgentes se endurecen, siento tus dedos abriendo mi bata, insignificante prenda que en un breve instante deja al descubierto mi cuerpo. El hielo se evapora, la pasión desenfrenada crece. 

No hay miradas de desprecio, no hay comentarios que me hagan dudar. Miras mi cuerpo de guitarra con ansia, como si estuvieses tocando a la mismísima diosa Andrómeda. Ahora me toca a mi, te desnudo con deseo. Sin prisa pero sin pausa. Al fin puedo contemplar tu cuerpo, reflejo de tu pasado, lleno de cicatrices que tantas veces has ocultado. No son cicatrices en la piel, sino en el alma. Esas que tanto cuesta curar. De repente siento como me levantas en el aire y me aprietas contra tu pecho, nuestros cuerpos sienten una descarga eléctitrica y ya no hay vuelta atrás. 
Me sientas sobre el borde de la mesa, el mundo se ha detenido, solo está ella, vigilante, la que todo ve pero nada juzga. Grandiosa, la torre Eifell nos observa. 

Besos, caricias, jadeos.. de repente estoy en la cama, el éxtasis no me deja pensar, no me deja ver. Eres toda pasión. Me retuerzo de placer, ser tu prioridad es absolutamente excitante. Siento como juegas con mis sentidos, aprietas con fuerza mi pequeña perla, la besas y me masturbas hasta decir basta. No hay placer mayor.... Tu disfrute me excita más aun. 
Te pido que pares, tu mirada se torna en tristeza. Tranquilo... ahora te toca disfrutar a tí. 
En un rápido gesto, eres tú quien está tumbado. Y siento como se apodera de mí el control sobre tu alma. Saboreo tu miembro erecto, suave.. cada vez que paso mi lengua por él, tu respiración se acelera, tu columna se tensa. Abro la boca y saboreo con placer. La primera impresión es deliciosa, con un toque de salado. Me miras, tiras de mi cuerpo y en un plis estoy debajo de ti. No hay tiempo, no hay frio, no hay existencia.... Solo tu y yo. Abro mis piernas y siento como me penetras. Me arqueo hacia atrás, sujetas mis brazos con fuerza mientras tus movimientos hacen que pierda el sentido del tiempo. 

El cansancio se adueña de mí, siento tu cuerpo junto al mío, sé que no habrá una segunda vez, sé que cuando abra los ojos te habrás marchado, no quiero que salga el sol, pues cuando salga, volveremos a la realidad. Tu en tu mundo y yo en el mío. Siento un nudo en el estómago y como por arte de magia o pura conexión, tu me abrazas y me besas en el hombro con suavidad pero con determinación. Con firmeza siento tu poderoso miembro entre mis piernas ladeadas y nuestra respiración comienza a acelerarse, sin prisa pero sin pausa. Esta vez no hay fuego sí calor. No hay ansiedad sí pasion. No hay deseo, sí latidos al unísono. Y me dejo llevar, al menos una vez más, hasta que salga el sol. Toda tuya, todo mío, todo nuestro. 

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