Uno de cada diez jefes sufren acoso laboral por parte de un subalterno. A ese 1 hay que tratarle igual que al resto. Hay que tratarle con respeto y darle la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contario.
Si eres jefe y vas al médico con un ataque de ansiedad porque estas siendo acosado por un subalterno, no es justo que el médico ponga en duda lo que le estás contando. El médico ha de ser imparcial.
Si tu eres un superior y vas a tus superiores pidiendo socorro, aunque seas la excepción de la regla, dale el beneficio de la duda. Preocúpate por él, intenta entenderle. No le pidas informes o cosas para que sienta que le importas y luego le ignoras. Siempre habrá dos versiones y siempre se creerá primero al subalterno. Pero existe, la excepción de la regla, existe.
Y quien la sufre, la sufre con mucha dureza. Porque nadie te cree. 80 subalternos contra 1 jefe. La unión hace la fuerza y con pequeños desplantes y falta de respeto, hacen que el miedo aumente. Y te preguntas: será verdad que lo hago tan mal? Será verdad que soy un monstruo?
Comienzan con pequeños detalles. Pides un café y no te lo ponen, no te atreves a insistir porque si lo haces, dicen que eres mal educado. Das los buenos días y no recibes respuesta. Das una orden al jefe directo del subalterno y éste hace caso omiso. Ya no te atreves a dirigirte a nadie directamente, vas al superior directo y éste, para quedar bien con todos, arregla todo con "el gran jefe dice que". En vez de asumir su responsabilidad, es mejor quedar de colega con tu equipo y que el malo sea otro.
Y pasan los días y ves como el subalterno se burla de ti, pasa por tu lado a sabiendas que le estás esperando y se ríe. Huyes, evitas cualquier contacto con el personal. Cada vez que te toca cumplir con tus obligaciones, sientes como se te encoge el estómago. Y la gente que está acostumbrada a tu inmensa sonrisa y tu buen humor te preguntan, qué le pasa que está tan triste. La cara, al fin y al cabo siempre será el espejo del alma.
Hablas con tu jefe y no ocurre nada. Subes de rango, porque crees que los recursos humanos sirven para ayudar, pero solo recibes palabras vacías, falta de interés y silencio.
Pero cuando la subalterna dice que es ella quien sufre acoso por el superior, todos se alborotan, todos se ponen en alerta máxima. Y se crea un comité de investigación y te interrogan como si fueras delincuente. Y ya tu llevas un año reportando incidentes, notificando faltas de respeto. Y se hace el silencio. Una palmadita en la espalda, un piropo y ahí te quedas con tus miedos y tus dudas.
Siempre pensé que las normas están para cumplirlas, siempre he creído que el orden y la disciplina son fundamentales para que una empresa fluya. Si pasan 20 personas diferentes por el mismo lugar de trabajo, es imprescindible que existan normas y que se hagan cumplir. Porque si trabajas en el sector servicio, la esencia de todo es que el cliente esté feliz y satisfecho. Para ello es imprescindible que siempre se hagan las cosas de la misma manera. Desde la limpieza de una habitación como la preparación de un cocktail.
Si representas una marca, representas una imagen. Tu no estas representándote a ti mismo, interpretas un papel. Eres un recepcionista, un camarero o un técnico. Cuando sales al escenario, interpretas un papel. Tienes que dejar detrás de los escenarios tu mal humor, tus problemas o tu descuerdo. Y salir a escena y hacer que tus clientes sean felices y cuenten a sus amigos lo maravilloso que es ese sitio que tu estás visitando. Esto solo se consigue con disciplina, buen ambiente de trabajo y fundamentalmente con un buen liderazgo.
No sé en qué momento se evolucionó tanto, que si crees en esto, eres tirando, maltratador y abusas de tu poder.
Un buen líder debe ayudar a su equipo, debe estar con ellos en las duras y las maduras. Si algo se rompe, hay que remangarse y ayudar. No eres un buen líder si ves a una anciana arrastrando el equipaje y pasas de largo. No eres un buen líder si intentas quedar bien con todo el mundo. No puedes dorarle la píldora al subalterno y al jefe de la misma forma.
Y sobre todo, debes tener fe en tu mano derecha. No ningunearla obligándola a hacer trabajos que no son de su competencia. Debes tratar a tus jefes a todos por igual. Privilegios descarados, envenenan a tu equipo. No les dejes solos en las trincheras, no humilles a tu mano derecha delante de los demás.
Así muere la pasión por lo que haces, el trabajar se convierte en una pesadilla, en un infierno. Y cuando ya no puedes mas y no eres capaz de bajarte del coche delante de tu trabajo y vas al médico, éste no te cree, porque no saben que existe, aquello que se llama "la excepción de la regla".
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